La Luminosa Entrada Hacia El infierno
Pensaba que ese día, se acabaría, su dolor, que esa era la salida. Pero nunca pensó que solo comenzaría…
Cuando nació, vió la luz, nunca se imaginó, que vería lo peor. En realidad, la luz era la oscuridad que jamás experimentó. Desde ese día comenzó a hacerse fuerte, para luego caer nuevamente, y seguir haciéndose más, y más fuerte, era sólo un abismo, nada podía detener la oscuridad, ella era oscuridad.
Sin protección, sin parar de recordar su horrible vida, sin detener el paso seguía, paso rápido y ansioso, sin rumbo conocido…
Cuando se dió cuenta de su maldición ya era demasiado tarde, ya había traspasado las puertas del inframundo.
Su comienzo no fue haber nacido, fue cuando “algo” la había maldecido.
Iba camino hacia ningún lugar, iba camino a la maldad, a la nada, a su propia condena. Miraba hacia arriba, miraba hacia abajo, pero no distinguía cielo e infierno, sólo veía el lugar negro, junto con su destino manchado de sangre, seguía su desgaste. Nada la cubría, nada la arrastraba, solo sus pies guiaban su mirada.
Para ella las personas no son personas, si no un material de piedra que ni siquiera se mueve por sí mismo, y que necesita un ejemplo o una cosa fácil de copiar, para el paso de su cuerpo aguantar. Y ese día, no fue la excepción, más que nunca a su pensamiento se aferró. La gente no sentía, no veía, no le importaba quién estaba o qué se iba, ni siquiera quien los dañaba, imaginaban un nuevo mundo, que sus vidas mejoraban al comprarse collares nuevos que mil veces antes habían usado. Y esto los mantenía ocupados, algo material los consolaba.
Sin poder evitarlo, le afectaba el material rocoso que contenía a esta “gente”, siendo que ella caminaba, buscando algo que su vida cambiara, no que la empeorara. No soportaba el dolor físico y mental de su cuerpo, no podía impedir que el aire infernal entrara en sus entrañas.
Su vida se acortaba, pero de ella la muerte se alejaba, como si el destino le llevara la contraria: deseaba más la muerte pero esta se alejaba, deseaba la vida y también esta se alejaba; pero lo peor, aún no lo había conocido.
Nada ni nadie la podía ayudar, ni menos entender, pero… ¿ella los podía entender? Con todos pidiendo dinero, siendo que pueden ser libres con la persona que los entiende, ella no quería más dinero, no quería más tortura, esas personas que piden algo de droga, no enfrentan sus problemas, los alimentan… ella es la que debería pedir auxilio, pedir salvar su alma, pedir la otra parte de su alma, pedir lo que fue a buscar, buscando nada a la vez, con casi toda la esperanza perdida, pero sin tener más alternativa, pedir lo que cambiaría su vida, para luego descubrir que la única solución, como si fuera novedad, era su vida acabar.
Nada cambió, menos mejoró, quien llegó, ahora es quien se pudrió. Volvió a lo mismo: silencio y soledad, el estado más real y mejor que podía encontrar, encerrada en una redonda esfera circular, que siempre volvía al mismo lugar.
En una extraña calle sin salida miró, sus ojos sin temor, y su cabeza adolorida no pudieron contener su cuerpo.
Nació su pesadilla, miraba hacia arriba, miraba hacia abajo, distinguía cielo e infierno, cayó sobre sí misma, donde pertenecía. El lugar no era más que cenizas andantes, era un gran globo dominado por la masacre, no veía nada que podría castigarla o que podría premiarla, el simple hecho de continuar paso a paso la mantenía aburrida de lo mismo, pero una pequeña parte de su cabeza, se mantenía alerta.
¿Qué más?... ¿Qué mas viene después?, se preguntaba, los escenarios se repetían, su miseria crecía, mucho que gastar, nada que ganar… su futuro era igual de fatálico y estaba en él, iba caminando hacia la muerte.
De pronto abre sus ojos en cuatro paredes blancas que la miraban, acostada en una cama, no se sentía refugiada ni maltratada, las luces apuntaban hacia sus ojos como si quisieran que dejase de ver.
¿Nací de nuevo? Se preguntaba, y se acordaba, que el comienzo de la oscuridad era una gran luz que la intentaba cegar y desviar.
Intentó otra vez, quitarse un estorbo sofocante que apretaba su nariz con su cuello, y la apretaban sin compasión, como si le hubieran ordenado el trabajo de apretarla por una gran suma de dinero. Su parte facial frontal estaba desviada, pero pronto, se estableció en una pared determinada y dejó de dar vueltas entre el techo y las cuatro paredes blancas.
Puso un pie fuera de la cama…pero de pronto su conciencia le habló: ¿estaba realmente despierta?, ¿estaba aún soñando?, o, ¿nunca se durmió? .No tenía medios para probar algo, así que su conciencia calló, y en ese momento se dio cuenta que sus huesos cayeron al suelo, que su piel no sentía, pero aún así, sentía que volaba.
La soledad y el silencio no eran sus únicos acompañantes, voló fuera del mundo, hacia el espacio exterior, sin embargo seguía allí, cayendo cada vez más abajo.
Toda su vida ha estado cayendo, toda su vida ha estado en esas cuatro paredes blancas, toda su vida ha habido luces tratando de cegarla, toda su vida ha tenido sus huesos botados, toda su vida ha sido una gran luz blanca entrando hacia el infierno. Sólo se preguntaba: ¿Y ahora qué?
Pensando que su abismo profundo nunca acabaría, pensando que su historia no tenía clímax ni desenlace, si no que toda su vida era el clímax que tanto odiaba; siguió cayendo, pensaba que su desenlace era la muerte…
Nadie en algún momento sintió aceptación por ella, ni se preguntó por qué actuaba de esa forma… seguían siendo rocas sin cabeza ni corazón. Pensaban que era un capricho, que esto acabaría, o, ¡que alguien la había influenciado!... su única inspiración fue su maldita vida. Siempre. ¿Quién la iba a influenciar si estaba sola y los odiaba a todos? Jamás, nadie se lo preguntó… nada.
Intentaba con una, una y otra cosa con la que podría acabar su maldición, no quería ser una infeliz como delincuentes que violan, asesinan y roban buscando venganza. Hasta que comprendió el motivo que ellos tenían.
Otra vez no había salida, era puerta tras puerta, pero siempre llegaba al mismo lugar que había partido. Puertas equivocadas, falsas salvaciones.
La misma pregunta de siempre: “¿Qué podrá salvarme ahora?”, sólo quería desaparecer, y así ser salvada por el silencio… para luego ser consumida por él y ser otra condena.
Sabe que no existe salvación, que nadie la puede entender, pero no le queda más alternativa que mantener esa pequeña esperanza de encontrar algo, o, alguien que la comprenda, al menos, una cosa, ¿es tanto pedir?, se pregunta…aunque sabe que siempre lo que la hará sentirse viva sólo será el dolor y el odio.
Toda su vida, toda, tratándose de entender a ella misma… el momento en que intentaron entenderla, ella no se entendía, y ahora que se entiende, nadie quiere, y aunque quieran, no pueden entenderla.
Odia a quien se engaña a sí mismo, porque no quiere ser engañada, ni abrir otra puerta que como antes, allí siempre encontrará una trampa escondida.
Toda su vida la han escupido en la cara que: “¡es una maldita pesimista loca!”, esas mismas personas jamás abrieron su mente ni su corazón…
Con una apuñalada en la espalda, o de frente, no importaba, con un golpe ellos pensaban que ella cambiaría, o quizás querían obligarla, pero, eso le daba mucho más odio y ganas de asesinar. Desear la muerte, desear el odio, es lo que la caracteriza… ¿Qué la puede cambiar?, “quizás sólo algo de cariño” dicen los que sólo APARENTEMENTE se preocupan, pero no les importa su existencia, no saben que esto es otra puerta falsa para empeorar su miseria.
Y todavía no lo descubre, ¿Cuál es la verdadera salida?
Quisiera reaccionar, pero… ¿qué es?... pelear es su vida y lo único que puede hacer… ella misma se obliga a dar todo de sí en cada batalla, no lo puede ni podrá evitarlo… quiere encontrar la salida, y hasta ahora, la única que puede divisar desde lejos es acabar con todo lo que ven sus ojos y todo el aire que la sofoca y no la separa del infierno en el que constantemente se mantiene cayendo.
Buscar hermandad es lo que necesita y quiere hacer para pelear, aún así es tan imposible mantener algún lazo con alguien, es tan imposible, es realmente imposible… ¿es realmente imposible?... todos los minutos de su vida quiere ejercer su gran poder que lo alimenta todo y todos: su odio y su dolor… nada puede cambiar, la realidad sólo quiere mejorar y no aguanta las ganas de ir a enfrentar al enemigo cara a cara y que esta guerra acabe de una vez y poder su vida disfrutar…
Una frase que no existe para ella…
La sinceridad es su arma y nunca dejará de ser como realmente es… quizás en sus próximos años su vida sólo empeorará y se llenará más de odio, o si no, se convertirá en una mierda más de la sociedad, agrandando esta.
Sin embargo, su vida no será solo mala si encuentra una verdadera salida, aunque para un lector “normal” le pueda parecer que tiene que ser como el para encontrarla, ella dice NO. Esta es la razón de la falsedad de sus caras, esta es la razón por la que nadie la entiende.
Hay mucho más dentro de su ser de lo que podría narrar gastando todos los árboles que existen en este infierno y más. Su ser no es algo simple, ni tiene copia, pero tampoco es inerte, es mutante como todos los malditos humanos que no tienen nada definido y jamás lo tendrán. Nada dura para siempre, por esto, las puertas que abre siempre llegan al mismo lugar. También se mantiene con la mente abierta a nuevas posibilidades, porque no le queda otra alternativa.
Alerta siempre, pero distante a la vez, apartada por la mierda, pero incluida falsamente, la tratan de cambiar y eso le da más odio aún…
Sabe que todo terminará sólo con odio, con lo que se siente mejor en su soledad mundial. No puede patear al odio, porque se patearía a sí misma, patearía su sabor de vida, si no fuera por el odio, ella sería una nada sin un sentimiento, el odio la mantiene parada, todo lo que puedan o no imaginar todos…
(Esta historia no tiene final…)
Si no tuviera odio, tendría NADA.